Rosetta tharpe
la mujer que inventó el rock & roll
¿Por qué el nombre de Rosetta Tharpe debería ser leyenda?
Durante décadas, cuando hablamos del origen del rock & roll, repetimos nombres masculinos: Elvis Presley, Chuck Berry, Little Richard… pero muy rara vez aparece el de una mujer. Y menos aún el de una mujer afroamericana que tomó una guitarra eléctrica en una América profundamente segregada y la usó para gritar: aquí estoy yo. Esa mujer es Sister Rosetta Tharpe.
Este artículo arroja luz sobre su vida, su música, su contexto y su legado, para que quede claro que el rock no solo tiene raíces femeninas, sino que esas raíces fueron decisivas.
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Orígenes de Sister Rosetta Tharpe: fe, sur profundo y primeros acordes
Rosetta Nubin nació el 20 de marzo de 1915 en Cotton Plant, Arkansas, en una familia afroamericana que trabajaba en plantaciones de algodón. Su madre, Katie Bell Nubin, era predicadora en la iglesia de Dios en Cristo (COGIC) y pronto se dio cuenta del talento de su hija. Cuando Rosetta tenía seis años, ya giraba con su madre en misiones evangelísticas por pequeños pueblos del sur de Estados Unidos, tocando la guitarra y cantando.
Lo fascinante es cómo esa experiencia inicial, de cantar himnos en templos segregados y nocturnos, le dio una base distinta: no solo aprendió música, aprendió espectáculo, comunidad, resistencia. Y la guitarra entró temprano: en un entorno en el que pocas niñas negras tenían ese privilegio, Rosetta ya lo estaba haciendo.
Cuando la familia se trasladó a Chicago, Rosetta absorbió los sonidos de la ciudad: blues, jazz, ritmos urbanos mezclados con lo espiritual. Esa fusión sería determinante.
El sonido DE ROSETTA THARPE que cambió todo: gospel + electricidad
Normalmente el gospel pertenecía a iglesias; la guitarra eléctrica al mundo secular. Pero Rosetta Tharpe mezcló ambos sin ambigüedad. Ya en la década de los años 30 estaba desafiando los límites.
En 1938 firmó por Decca Records. Grabó Rock Me, una pieza que algunos la consideran como el primer atisbo de rock & roll por su mezcla de ritmo, guitarra y voz.
“NINGÚN HOMBRE PUEDE TOCAR COMO YO”
Sister Rosetta Tharpe
Una de las grabaciones más icónicas es Strange Things Happening Every Day (publicada en 1944), que fue la primera canción gospel en alcanzar la lista Top10 de R&B, y que muchos especialistas nombran como el primer registro claro de rock & roll.
¿Te imaginas el impacto? Una mujer afroamericana, en plena segregación, llevando su guitarra eléctrica, su voz de himno, a pistas de baile y club – y rompiendo filtros. Su técnica de guitarra —trabajada, con hand‑picking y solos osados— era inusual incluso para hombres de la época.
Escenario, estilo y magnetismo: la performer que descolocaba
Rosetta no solo tocaba la guitarra: encarnaba el espectáculo. Su magnetismo escénico descolocaba a quienes esperaban devoción contenida en una figura femenina negra. Ella lo rompía todo: desde la técnica hasta la puesta en escena.
Uno de sus hitos tempranos fue su participación en el concierto “From Spirituals to Swing” en el Carnegie Hall en 1938, organizado por el mítico cazatalentos John Hammond. Compartió escenario con grandes figuras como Duke Ellington y Cab Calloway ante un público mixto —blanco y negro— en un evento que ya entonces desafiaba normas sociales y raciales. Allí, Sister Rosetta se hizo visible para una audiencia que aún no sabía lo que estaba por venir.
Años después, en plena gira europea, protagonizó una de sus actuaciones más legendarias: el concierto en una estación de tren de Manchester en 1964. Bajo una lluvia persistente, llegó en una carroza tirada por caballos, bajó al andén con su guitarra eléctrica y abrió con Didn’t It Rain. Lo que ocurrió después marcó un antes y un después: el público británico, desconcertado y fascinado, comenzó a aplaudir en el backbeat, un gesto rítmico que hoy asociamos de forma automática con el rock & roll. Aquella actuación, grabada por la BBC, está considerada por muchos historiadores como un momento de transición definitiva del gospel al rock. Te dejamos aquí el vídeo de esta maravillosa actuación:
Seis años más tarde, en 1970, Rosetta volvió a mostrar su grandeza, esta vez en Copenhague, en lo que sería una de sus últimas actuaciones en directo. Ya enferma y con complicaciones derivadas de la diabetes, apareció con su característica Gibson SG y un vestido blanco brillante. Aunque su salud estaba debilitada, su presencia escénica seguía intacta. El público, que no esperaba semejante despliegue, rompió en aplausos a contratiempo, contagiado por una energía que ella aún sabía transmitir como nadie.
Su estilo era puro fuego: una mujer negra con guitarra eléctrica, moviéndose con fuerza, fusionando himnos religiosos con el desenfreno rítmico del blues, desafiando los códigos de género, raza y moralidad. Para muchos, resultaba escandalosa. Para nosotras, simplemente, revolucionaria.
Para mí, la música siempre ha sido lo mismo: no se trata de trucos, sino del alma
Sister Rosetta Tharpe
LA Influencia directa (pero invisible ) DE ROSETTA THARPE en gigantes del rock
Aquí es donde la historia se vuelve rabiosamente injusta. Porque Rosetta Tharpe fue nombrada por muchos grandes como inspiración, pero sus créditos se han diluido.
Chuck Berry atribuyó parte de su estilo de guitarra a Rosetta.
Elvis Presley creció escuchando sus discos, y su presencia escénica tiene ecos directos de la de Tharpe.
Little Richard fue telonero de Tharpe y la describió como su “cantante favorita cuando era niño”.
En Inglaterra, guitarristas de la talla de Keith Richards, Eric Clapton y Jeff Beck asistieron a sus conciertos en la gira europea y la señalan como una influencia decisiva.
Sin embargo, cuando los manuales de música hablan del origen del rock & roll, muchas veces aparece solo la mención “influencias de gospel y blues”, sin el nombre de la mujer que lo combinó todo y lo llevó al escenario. Este olvido no es casual: toca género, raza, industria musical, memoria cultural.
Racismo, sexismo y espiritualidad: las barreras que enfrentó la creadora del rock
Rosetta Tharpe no solo innovó en la guitarra y el sonido: vivió una vida que cruzó múltiples fronteras.
Racismo: En la América segregada, como artista negra, sufría discriminación en sus giras: no podía alojarse en muchos hoteles, debía usar puertas traseras, a menudo debía dormir en autobuses.
Machismo musical: La guitarra eléctrica era territorio masculino. Que una mujer la tocara tan bien generaba sorpresa y rechazo. Comentarios como “toca como un hombre” proliferaban.
Religión y espectáculo: Su madre predicaba. Rosetta comenzó en iglesias. Pero también actuó en clubes nocturnos, mezcló lo sagrado con lo profano y fue criticada por ello.
El olvido de rosetta tharpe no es casual: toca género, raza y memoria cultural.
Sexualidad y relaciones invisibilizadas: Tuvo varias relaciones sentimentales. Conocida fue su colaboración artística y afectiva con la cantante gospel Marie Knight. Su relación personal nunca se declaró públicamente, pero evidencia sugieren una relación queer. Este hecho era radical en su tiempo.
Una boda‑espectáculo en 1951 en un estadio de béisbol ante más de 20.000 personas habla de su audacia. No siguió scripts. Los reinventó.
Olvido y resurrección: el legado eterno de Rosetta Tharpe
La vida de Rosetta también tiene oscuridad. En los años 50, tras el auge del rock comercial y el blues‑rock, su visibilidad en EEUU decayó. Puristas del gospel la marginaron porque “se había vendido” o mezclaba estilos.
En 1970 sufrió un derrame cerebral y le amputaron una pierna por complicaciones de diabetes. Murió en 1973 en Filadelfia a los 58 o 59 años, con un funeral discreto y un olvido en medios principales.
Y sin embargo: el renacer llegó. En 1998, la United States Postal Service editó un sello con su imagen. En 2008 le pusieron lápida conmemorativa. En 2018 fue inducida al Rock & Roll Hall of Fame como “Influencia temprana”.
Este reconocimiento tardío habla de cuán arraigada está la invisibilización de las mujeres negras en la música popular. Pero esto también abre un camino: rescatar, nombrar, visibilizar.
rescatar, nombrar y visibilizar a rosetta tharpe se hace imprescindible.
El impacto feminista de Rosetta Tharpe en la historia del rock
¿Por qué su historia importa ahora más que nunca?
Porque demuestra que una mujer negra con guitarra eléctrica no solo existió, sino que fue pionera de un género dominado históricamente por hombres.
Porque su fusión de lo sagrado y lo profano cuestionó donde se podían tocar himnos, quien podía tocar la guitarra y para qué público se dirigían.
Porque su invisibilización es parte de una estructura: reconocerla es un acto de justicia cultural y feminista.
Porque en cada acorde que suena hoy, en cada riff que brota, hay una huella de Rosetta Tharpe.
En el marco de la historia feminista, su figura es ejemplar: rompe moldes, desafía estereotipos, se afirma en la experiencia negra y en el arte. Y esa combinación la convierte en mucho más que una pionera musical: en un icono de resistencia.
Rosetta Tharpe: un legado vital para no olvidar
Sister Rosetta Tharpe no estaba pidiendo permiso. Empuñó una guitarra eléctrica, hizo himnos rugir y derribó barreras con cada acorde. Su voz, su fe, su destreza, su presencia escénica—todo ello rompe los esquemas cómodos de la historia musical. Y lo más importante: nos recuerda que la historia siempre está incompleta si no la contamos con todas sus voces.
Ahora que conoces su historia, su impacto y sus sombras, puedes sumarte a este acto de justicia cultural: nombrarla con propiedad, incluirla en la narrativa, compartirla. Porque cuando decimos “el rock nació”, la mujer que lo inventó lleva este nombre: Sister Rosetta Tharpe.